Camino sobre una tierra árida,
seca, yerma, casi sin rastro de vegetación.
Mis huellas, el único recuerdo,
no permanecerán mucho tiempo en ella;
el viento, que no ha dejado de soplar estos días,
las arrastrará,
las repartirá por el terreno
hasta que no quede ningún rastro.
Y todo lo que allí sucedió
será mentira a los oídos de otros,
que habrán oído solo el viento;
a los ojos de otros,
que no habrán visto mi rastro
en aquel camino,
ni en ningún otro lugar.
Nadie me encontrará.
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Vista desde el castillo de Santa Perpetua de Gaià |