lunes, 17 de abril de 2017

La condena

Las rejas que me protegían 
fueron también mi prisión.
Nadie me convencerá de lo contrario;
soy consciente de haberte perdido
sin remedio.
No podemos volver al pasado
y debo cumplir la condena de tu olvido.

Un día tomamos caminos opuestos
y cuando nos dimos cuenta
yo buscaba luz,
tú eras oscuridad,
yo quería paz
y tú, guerra.
Aguardé con la esperanza
de que todo volviese a ser como antes,
cuando no nos hacían falta las palabras
para entendernos,
para hablarnos 
aun antes de encontrarnos.
Recorrimos juntas tantos caminos...

Sin embargo, las palabras no regresaron
y se instaló el silencio,
se hizo tan denso que me ahogaba, 
pero aun así no grité. Debí hacerlo.
Tu ausencia se fue prolongando,
y la pena fue creciendo  
hasta marchitarlo todo.


Detalle de una fachada del carrer Major - Montblanc

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