Las rejas que me protegían
fueron también mi prisión.
Nadie me convencerá de lo contrario;
soy consciente de haberte perdido
sin remedio.
No podemos volver al pasado
y debo cumplir la condena de tu olvido.
Un día tomamos caminos opuestos
y cuando nos dimos cuenta
yo buscaba luz,
tú eras oscuridad,
yo quería paz
y tú, guerra.
Aguardé con la esperanza
de que todo volviese a ser como antes,
cuando no nos hacían falta las palabras
para entendernos,
para hablarnos
aun antes de encontrarnos.
Recorrimos juntas tantos caminos...
Sin embargo, las palabras no regresaron
y se instaló el silencio,
se hizo tan denso que me ahogaba,
pero aun así no grité. Debí hacerlo.
Tu ausencia se fue prolongando,
y la pena fue creciendo
hasta marchitarlo todo.
hasta marchitarlo todo.
Detalle de una fachada del carrer Major - Montblanc |
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