Te has ido
sin hacer ruido,
y tu vacío
llena mi alma.
Te has ido
dejando el cielo
cubierto de nubes,
que impiden ver el horizonte.
Tu último aliento
me dejó sin respiración
y tu adiós no cesa en mis oídos,
sordos a cualquier consuelo.
No creí
que fueses a marcharte así,
a media tarde,
de un suave día de otoño.
Tu marcha debía coincidir
con tu amada
y añorada lluvia,
que arrastraría con ella todas las lágrimas.Puesta de sol en la Conca de Barberà |